Las impresoras 3D son unos dispositivos fascinantes que son capaces de producir objetos físicos tridimensionales a partir de modelos virtuales generados en una computadora que son “impresos” mediante la compactación de un material que se va depositando por estratos o por la inyección de capas de polímeros que se van superponiendo. Cada vez son más los proyectos de investigación que se sustentan sobre este tipo de dispositivos y, seguramente, en unos años será habitual utilizar elementos que provengan de impresoras 3D. En la Universidad Estatal de Washington llevan tiempo trabajando en un proyecto que abre las puertas a una nueva generación de prótesis ortopédicas
El equipo de investigación de la Escuela de Ingeniería Mecánica y de Materiales de la Universidad Estatal de Washington ha utilizado una impresora 3D para crear un material que tiene una estructura similar a la de los huesos y que podría ser utilizada en procedimientos ortopédicos, implantes dentales o, incluso, para reforzar los huesos deteriorados por la osteosporosis. La idea es que pueda utilizarse como base para propiciar el crecimiento del hueso y, mientras el hueso va creciendo, esta estructura se irá disolviendo de manera inocua para el paciente.
Este material similar al óseo proviene de un trabajo de 4 años de investigación en el que han intervenido especialistas en química, materiales, biología y procesos de fabricación para desarrollar un material basado en el fosfato cálcico que puede ver duplicada su resistencia si se completa con silicio y zinc.
Por ahora, el material se ha probado con ratas y conejos para comprobar su utilización como implante dental pero la idea es que, en unos años, pueda ser utilizado en procedimientos de cirugía ortopédica, de hecho, esa es la intención que tienen los investigadores del equipo:
A partir de un TAC realizado por un médico, o una resonancia magnética, podemos convertir las imágenes en un archivo CAD e imprimir el soporte más adecuado para corregir el defecto
Además, el equipo se ha pasado todo un año optimizando el proceso de fabricación gracias al ajuste de una impresora 3D comercial, llamada ProMetal 3D, que imprime objetos metálicos y que se ajustó para poder desarrollar las piezas de este nuevo material. Gracias a estos ajustes, la impresora es capaz de depositar capas de material, de unas 20 micras de espesor, y crear una especie de cilindro con el material para que pueda ser utilizado. Según las pruebas realizadas, tras la inmersión de este cilindro en un medio con células óseas humanas, se adhirieron a ésta, tras una semana, células que comenzaron a crecer sujetas al material.
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